Charlotte, NC.- La justicia en el condado Wake cerró un capítulo marcado por dolor y consternación. Dos hermanos admitieron su participación en el asesinato del ayudante del sheriff Ned Byrd, ocurrido en 2022, tras un proceso judicial que mantuvo en vilo a la comunidad.
Alder Marin-Sotelo reconoció ser el autor material del crimen y aceptó su culpabilidad por asesinato en primer grado. El juez lo sentenció a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, decisión que refleja la gravedad del hecho y su impacto en la seguridad pública.
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Por su parte, Arturo Marin-Sotelo admitió haber actuado como cómplice después del asesinato. El tribunal lo condenó a cumplir una pena que podría extenderse hasta 10 años de prisión. Aunque su participación fue secundaria, la justicia subrayó que su rol contribuyó a la fuga de su hermano y a la alteración de la investigación.
El caso despertó gran atención porque el agresor principal escapó hacia México después del crimen. El equipo del FBI Raleigh Durham Safe Streets trabajó desde los primeros días junto a las autoridades locales para rastrear a los responsables. Ese esfuerzo coordinado permitió localizar y detener al fugitivo, evitando así que el caso quedara impune.
El asesinato de Ned Byrd impactó con fuerza a la oficina del sheriff y a la comunidad de Wake. Sus compañeros lo recordaron como un servidor dedicado, comprometido con la seguridad y cercano a los residentes. El sheriff del condado expresó que la condena de los hermanos Marin-Sotelo marca un paso hacia la justicia, aunque ninguna sentencia podrá borrar la pérdida de un oficial que entregó su vida en servicio.
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Durante la audiencia, representantes de la fiscalía destacaron la colaboración entre agencias locales y federales como clave para resolver el caso. También resaltaron la importancia de enviar un mensaje claro: quienes atenten contra agentes de la ley enfrentarán todo el peso del sistema judicial.
El desenlace judicial ofrece cierto alivio a una comunidad que durante meses pidió justicia por Ned Byrd. El proceso concluyó con condenas firmes y con el reconocimiento de los acusados sobre su responsabilidad. La memoria del ayudante del sheriff permanecerá en quienes lo conocieron y en la institución donde dejó una huella imborrable.
