Charlotte, NC.- La vida de Sergio Cedeño López tiene innumerables anécdotas. A sus 100 años cuenta su historia compartida entre su país natal, Venezuela, y Charlotte, una ciudad que le abrió las puertas junto a su familia.
Él nació el 7 de octubre de 1923 en Güiria, en el oriental estado Sucre de Venezuela. Allí vivió su infancia en medio de campos petroleros. Desde siempre le gustó el dinero; por eso, de niño vendió jugo de papelón con limón y cuando creció se fue a la capital, Caracas, en el centro del país.
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Sergio tuvo siempre un instinto de protección, quizás por ser el mayor de seis hermanos. En Caracas desarrolló su potencial e incursionó en la política llegando a ocupar un cargo como concejal en 1945.
También tuvo una hacienda de coco y cacao, que posteriormente vendió debido a una enfermedad de la tercera de sus cinco hijos.
Venezolano de 100 años cuenta su historia en Charlotte
Con el pasar de los años viajó a Ecuador representando a Venezuela en un Congreso de Cooperativa.
Después estuvo en Connecticut antes de establecerse en la ciudad de Charlotte. Su espíritu emprendedor lo llevó a crear una empresa de servicios que instalaba vidrios. “No tuve dificultades”, recordó.
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Sergio Cedeño López tiene grandes recuerdos de la Navidad, una alegre temporada en la que rompía con su decisión de vida de mantenerse alejado de las bebidas alcohólicas, un secreto que según él es la clave de su longevidad, además de no fumar.
En su casa no faltaba el dulce de lechosa y las hallacas, típicos en Venezuela durante la época navideña. Además, el whisky, el brandy y el ponche crema hacían su aparición por única vez en el año.
Los muchachos siempre estrenaban ropa para estas celebraciones.
Actualmente, Sergio reside en Charlotte en una casa para personas de la tercera edad junto a su esposa. Vive de su pensión y lo único que lo detiene es el frío. Pero, como es un gran emprendedor y le gusta el dinero, en el verano se activa y vende pastelitos venezolanos en una gran zona de parking de la South Boulevard.
“Yo tengo un pacto con Dios, que si me va a mandar la muerte un martes, me va a dejar trabajar hasta el lunes”, contó este venezolano de 100 años.
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