El voto electoral, es la manifestación ciudadana más pura que ostentamos los seres humanos, porque en ella depositamos la suprema confianza, para conceder todo el poder para que nos representen y nos defiendan; especialmente, para aquellas organizaciones o grupos de personas que no tienen voz ni voto dentro del sistema que nos da la democracia; aunque ésta, con dificultades ideológicas que permite su mismo sistema, se mantiene para que los pueblos vivan luchando por su libertad.
Esa libertad y su democracia que tanto cuesta sostenerla, nos permite escoger a mujeres y hombres, para que la ciencia política sirva para presentarlos y elegirlos en el campo político, para que mediante el voto nos representen en las distintas funciones para administrar los bienes públicos de la comunidad, con solo el valor que tiene un sufragio electoral, podemos gozar de esa voluntad de determinación ciudadana.
Una voluntad electoral, es consagrada como una definición de consenso muy personal, que le permite analizar y escoger a conciencia, lo que ella asigne en sus sentidos como ciudadano para servir su conglomerado.
No existe acto cívico más puro ciudadano cuando encargamos a otros nuestros derechos y, por lo tanto, no son transferibles a nadie más sino al mandante soberano como nuestro único representante personal.
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Para proteger la voluntad del voto en las urnas, el sistema del correo electoral en los Estados de América, está diseñado de tal manera que nadie, absolutamente, nadie, desconfía de su eficiencia, seguridad y eficacia diaria en su correspondencia, salvo casos fortuitos que se habrían dado, porque nada es perfecto, pero no para dejarlo en un contexto de vandalismo mediático en materia electoral, cuando conocemos que hasta cuando en el examen de ciudadanía se valora más el sistema de correo como servicio público, que tiene el oficio de llevar y traer correspondencia en los Estados Unidos de América.
Las últimas pretensiones del presidente Donald Trump, en materia electoral y referente a las próximas elecciones de noviembre 2025, le quiere poner un INRI al sistema de la voluntad ciudadana que sale a elegir y ser elegido mediante el voto en las urnas, pensando desconocer al desconfiar del Servicio de Inspección Postal de los Estados Unidos (USPIS) que es la rama federal de seguridad y cumplimiento de la ley del Servicio Postal, que es responsable de proteger el sistema postal nacional contra usos ilegales o peligrosos, incluyendo el Departamento de Justicia (DOJ), la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), la Oficina del Inspector General del Servicio Postal de los EE.UU. (USPS-OIG) y las autoridades locales y estatales, para responder e investigar delito electorales relacionados con el correo postal estadounidense.
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De tal manera que, el presidente Trump, no tendría fundamento legal que impida que el sufragio electoral sea como lo estatuye la ley; de lo contrario, se fraguaría cálculos políticos en su partido para desconocer la ley y sobre ella nadie, mucho menos el presidente Trump, que tiene el derecho hacerlo pero vía el Congreso de los EE.UU. y no por acción ejecutiva presidencial, con la que pretende que el sufragio electoral de la votación ciudadana sea por la vía electrónica y no manual.
Y de lo que sí podemos evidenciar que una votación electrónica no garantiza la voluntad ciudadana, porque con el sistema electrónico se pueden alterar resultados no confiables en perjuicio de cualquier candidatura.
Es tan confiable el Servicio Postal en los EE.UU., que tiene alternativas amparadas en la ley, como que los votantes desearen devolver su boleta por correo pueden depositarla en cualquier buzón azul de recolección postal, en una oficina de correos y en su buzón residencial como correo saliente para que la recoja su cartero.