Con un estrés colectivo humano, antes, durante y después de las elecciones de noviembre 5, 2024, los estadounidenses terminaron con un fenómeno político lleno de interrogantes y de secuelas por las ofertas de campaña, que indudablemente se dio en la nación más poderosa del mundo y también como una de las más conflictivas dentro de su sistema social, económico y político, pero dejando una esperanza para quienes apoyaron la candidatura del hoy presidente electo Donald Trump, y para los que no lo hicieron, hasta cuánto será el grado de credibilidad de las promesas de su campaña que hizo para nuevamente ganar y llegar como inquilino a la Casa Blanca.
El voto popular, lo ha obtenido Trump, y por lo tanto, eso dio el camino para conseguir en cada uno de los Estados su triunfo definitivo para conseguir más de los 270 votos del Colegio Electoral, que convierten a Donald Trump en presidente electo, para el periodo desde enero 20, 2025-2029.
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Además, hay que destacar que estas elecciones estuvieron ceñidas, en una parte, por ataques personales con el insulto y la ofensa a la dignidad de sus oponentes, como los registrados a la vicepresidenta de los EE.UU. Kamala Harris, recibiendo calificativos e improperios del presidente electo Trump y sus allegados, que continuaron transformando los valores por las que se creó esta nación de inmigrantes, difundiendo un desgaste social y cultural, que la política estadounidense debía haberla ya superado en pleno Siglo XXI.
Sin embargo, ciertos adeptos le dieron más importancia a la economía y la convirtieron en un fenómeno político del votante y no por los valores por las que fue fundada esta nación. Así mismo, por la situación migratoria que atraviesan los inmigrantes en esta nación y que su tema pasó a segundo plano, dejando atrás, el tema del aborto que no ocupó mejor prioridad.
El nuevo mandatario Trump, tiene que encaminarse a buscar la unidad del pueblo estadounidense, porque los cuadros estadísticos, presentan al mundo, como un país dividido en casi todas sus estructuras institucionales. Esa tarea, la más importante, es lograr que los estadounidenses estén unidos. Esa sería la mejor obra que puede dejar su gobierno en su mandato, pero encontrando primero esa unidad para que le permita una buena gobernabilidad.
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Se supone que el presidente electo Trump, podría buscar control político del Senado y la Cámara de Representantes en Washington, DC., para así arreglar el caduco y controversial sistema migratorio, que lo ingresó como tapete de su campaña política y que hoy se presume sea como lo pregona después de su mandato: ”Grande,Fuerte y Libre…”; aunque la grandeza, lo fuerte y libre, siempre ha sido los Estados Unidos de la Union Americana; sino, ¿cómo se la define a esta nación como primera potencia mundial?.
No sabemos como el nuevo mandato presidencial va a afrontar las guerras en el Medio Oriente y las consecuencias en los países de América Latina y el Caribe. Lo que se dice y se promete en campaña electoral es política de ofertas para llegar al poder.
Lo que se hace para gobernar, es cosa muy distinta y eso requiere una profunda capacidad intelectual y no de caprichos, porque no se puede jugar con el destino de la humanidad a título de tener poder. La política internacional tiene que girar en el ángulo de la conservación del medioambiente, para conservar el habita humano, animal y silvestre, en su entorno de ríos mares y oceanos. Este mandato presidencial de Trump, requiere darle mejor atención a América Latina, que desde los últimos 20 años no la tiene.Y además, qué salida tendrán los países que no guardan relaciones diplomáticas con EE.UU, entre ellos: Nicaragua,Venezuela o Cuba, que han roto su democracia por gobiernos totalitarios.