La diplomacia internacional en América Latina, está sufriendo desgaste en
sus pilares por la que fueron sustentados dentro de su formación académica en
la Organización de Naciones Unidas(ONU) en materia de política exterior. Y
lo acontecido entre estos dos países hermanos en Latinoamérica entre México y
Ecuador, es muy lamentable para ellos y grave para el resto de los 193 países que
forman parte de este organismo mundial.
Los hechos consumados, cuya transparencia de inviolabilidad se presentan
cuestionables y explicables dentro de la diplomacia mexicana y ecuatoriana,
merece un profundo análisis de origen de sus causales, por las que nació una
ruptura de relaciones en estos dos gobiernos. Existen precedentes de casos
similares al acaecido en la embajada mexicana con asiento en Ecuador, que
merecen ser cuidadosamente revisados por sus cancilleres de sus propios
gobiernos.
Ser huésped en una embajada para un ciudadano condenado por la justicia
con sentencia ejecutoriada por el ministerio de la ley, no existe tipificación
de esta figura jurídica en el Convenio de Caracas de 1954 y 1964. Los asilos
políticos son para quienes son perseguidos políticos y no para sentenciados que
tienen que cumplir penas impuestas por un alto Tribunal de Justicia; de tal
manera que una persona con la categoría de prontuariada no puede acogerse
ni siquiera a un Habeas Corpus, porque no existe jurisprudencia internacional
dentro del procedimiento de la diplomacia exterior, para desvanecerla y es
esto el origen por el que nació el conflicto, en virtud que las embajadas no
tiene la categoría de hoteles con ninguna estrella para recibir huésped de honor
condenados para que se sean hospedados a tiempo indefinido, sino recordemos
los casos de Alán García, expresidente del Perú en la embajada de Uruguay,
que no fue admitido para un asilo político porque estaba incurso a la Justicia
Ordinaria y no a una persecución política como pretendía usar a la embajada
uruguaya y, el caso de Julian Assange en la embajada de Ecuador, en Inglaterra;
a diferencia que Assange sí tuvo un asilo político y sin embargo, Ecuador,
más tarde, se lo retiró. De estas pruebas abundan otras para la diplomacia que
pueden ayudar a resolver las relaciones exteriores entre los Estados Unidos
Mexicanos y Ecuador, como lo han expresado juristas de ambos países en el
campo de la diplomacia internacional, cuyos pueblos guardan lazos de amistad
y hermandad por décadas, mismos que los une una trayectoria cultural como
naciones de paz y soberanía.
La diplomacia no puede ni debe infiltrarse con ideologías políticas en el
servicio exterior de los pueblos y en sus gobiernos que la representan, porque
los únicos que pierden son los ciudadanos que viven en cada uno de ellos y la
institucionalidad en cada nación. Es necesario repensar los efectos negativos
que están acarreando hasta el momento en cada país.
Nadie puede negar una medida exabrupta a la inviolabilidad en la
embajada mexicana ordenada por el presidente Noboa. Nadie y en eso no hay
equivocación lo resultó por la Secretaría General de Naciones Unidas (ONU),
que sale a explicar que no es procedente el pedido por México para expulsar
al Ecuador. Sin embargo, ella hizo observaciones a México, para no usar su
embajada violando procedimientos diplomáticos, que con todo acierto el origen
de ese exabrupto lo propició el presidente mexicano AMLO, al intervenir en
política exterior de Ecuador y con descalificativo a un proceso electoral que
solo le faculta a los ecuatorianos observarlo. Aún así, tampoco se justifica la
incursión a la embajada mexicana en Quito, pero sí es honesto y prudente usar
una diplomacia de evaluación para una normal restauración de relaciones. Al
fin los gobiernos no son eternos ni siquiera las dictaduras, pero sí más duradera,
con todas sus imperfecciones, su democracia que los países la defienden junto a
la liberta del hombre a la que tiene derecho sin ideologías sino a su convivencia
de paz.
En estos momentos de tensión diplomática que atraviesa México y Ecuador,
no se debe prescindir del diálogo respetuoso entre las partes, porque es el único
camino para restablecer las relaciones de estos dos países hermanos. Es posible
que en la ONU haya que revisar procedimientos en la diplomacia exterior
de Latinoamérica, para no darle figura ideológica política a la diplomacia
internacional, que es la que está enmarcando un mal uso al asilo político dentro
de sus embajadas.
Diplomacia con ideologías políticas