Lo vivido el 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Washington DC, es sentir que la democracia experimentó un día muy negro alrededor de sus pilares que la sostiene y, en la que están los más robustos cimientos de su libertad, que por más de doscientos años fue fundada esta gran nación.
Nada ni nadie puede justificar la medida de hecho tomada por inconformistas partidarios del presidente Trump, para violentar las seguridades y destruir bienes muebles dentro del Senado del Capitolio Estadounidense, así como la de penetrar a las oficinas de los senadores, que pudieron salvarse a tiempo.
El caos que termina en un asalto al Capitolio, indudablemente, que nace de un discurso presidencial incitatorio a la violencia hacia sus partidarios, para sembrar un fatídico golpe a la democracia; porque la inconformidad de no respetar la voluntad soberana de la mayoría del pueblo estadounidense, hizo que el discurso presidencial sea agitador, que el mismo mandatario más tarde no supo controlar, porque ya se había consumado el asalto al Capitolio.
Día negro para la democracia
Este día negro en la democracia de este país, está cargado de interrogativas que tienen que darse respuestas claras y convincentes por las autoridades responsables del cuidado y protección del Capitolio, de los congresistas y senadores.
Para todos era muy conocido que la sesión en el Congreso para la certificación del presidente y vicepresidenta electos Biden y Harris, respectivamente, tenía una corriente política que venía indudablemente con recomendaciones del presidente Trump para la bancada republicana y, pretender bloquear la certificación que había realizado el Colegio Electoral, ubicando como ganadores al binomio demócrata en las elecciones de noviembre 3, 2020.
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Vergonzoso episodio
Casi el mundo entero, presenció lo vergonzoso de un episodio negro dentro de la democracia que tiene este país, con la más sólida libertad constitucional.
Sin embargo, esto también tiene respuestas, sin olvidar que todavía no se ha superado en los EE.UU. el galopante racismo, discriminación y supremacía blanca, que lamentablemente la ha alimentado un hombre que confundió o se olvidó de los valores por los que fue fundada esta nación de inmigrantes.
Nadie puede desconocer, que la voluntad del pueblo estadounidense está en su soberanía y el que tiene el más grande poder dentro de su democracia.
Debemos recordar, que ese poder tiene un sistema de gobierno pero a través de sus representantes mediante sus poderes constitucionales en el Congreso, el Ejecutivo y el Judicial.
Son estos tres poderes del Estado que tienen la autoridad que les da el mismo pueblo para aplicar las normativas constitucionales y no permitir hacer que la inconformidad se justifique y sea ejecutada por nuestras propias manos.
La política es una ciencia
Lo que sí entendemos, pero lamentablemente el presidente Donald Trump nunca ha querido entender, que la política es una ciencia para servir a la colectividad por un mandato que le da el pueblo; pero esa autoridad se tiene que convertir en un estadista y, él no ha tenido la capacidad de entender que ser un ciudadano con tantos poderes, tenía que recordar como actuaron los últimos gobiernos de Reagan y los Bush, padre e hijo; especialmente, cuando uno de ellos, Reagan, en vida, pasa del Cine como actor a ser presidente de los EE.UU., hoy, muy bien recordado en la historia política de esta gran nación.
Entonces, por qué Trump, no los asimiló, por lo menos?. Simplemente, su capacidad no le dio y no estuvo preparado para aprender la forma de gobernar en tiempos modernos.
Parte de esta responsabilidad por el asalto hacia el Capitolio, no únicamente debe ser hacia el mandatario Trump, también a los autores materiales e intelectuales que consumaron un hecho vergonzoso y que hay que reparar.
Hay que investigar a la misma policía del Capitolio que permitió ilegalmente la incursión de los insurgentes. Lo único que faltó dentro del Capitolio en Washington DC, es que estos violadores del sistema democrático vendan ”hotdog” campantemente dentro de las instalaciones del Capitolio, en donde está el corazón de la democracia y su institucionalidad.
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Limpiar todo lo sucio
Para una limpieza, esa tarea la tiene el presidente Biden, que tiene que limpiar todo lo sucio y decepcionante que ha dejado su antesesor, sin olvidar otras obligaciones muy puntuales que fueron sus promesas de campaña y que el presidente electo Biden sigue repitiendo en cumplirlas; hoy, basado a una mayoría que tiene en el control del Congreso.
La trifulca vandálica que desbordó en un atentado hacia el Capitolio, podemos afirmar que, esta obedece a las contradictorias reglas del Consejo Electoral pero no al sistema.
Esto debe cambiar en la forma de la elección ciudadana, preferentemente a la elección presidencial, porque el voto popular solo representa como mayoría pero no tiene poder ciudadano para reconocer que éste es el que elige al presidente y vicepresidente de los EE.UU., porque se lo transfiere a un Consejo de Certificación Electoral de cada Estado, que termina certificándolo el Congreso, como lo sucedido en estas últimas elecciones.
Trágico episodio
Es probable, que para el presidente Biden, después de haber vivido el trágico episodio del asalto a la democracia en el Capitolio, no tenga excusas para dar una reforma migratoria y legalizar a mas de 11 millones de indocumentados; solventar la economía para recuperar mas de 14 millones de puestos de trabajo perdidos, así como, continuar batallando con la atención de salud por la pandemia del Covid-19, que continúa y no da tregua hasta estos momentos.
Y por supuesto, la política internacional que están esperando un mejor tratamiento para los países de América Latina, especialmente, de aquellos que gobiernan en dictadura.