viernes, abril 19, 2024

Playa Bagdad: Un oasis para el crimen organizado

Brownsville – EEUU.- Aunque su nombre hace referencia a la capital de un país de Oriente Medio, sus dunas realmente se encuentran en el extremo más oriental de la frontera entre México y Estados Unidos.

 

Playa Bagdad se presenta a sí misma como un lugar árido y agreste, en el que el paisaje se encuentra dominado por dunas, lagunas medio secas y kilómetros de playas en las que reposan los restos de lo que alguna vez fueron casetas de madera.

 

Con tan sólo 25 metros de agua, Playa Bagdad demarca el límite natural entre los estados de Texas y Tamaulipas. La poca profundidad de esa área invita a pasar caminando de una entidad a otra, cuando la marea está lo suficientemente baja.

 

Pese a esa posibilidad, pocos ven a aquel espacio, que se encuentra bañado por las olas del Golfo de México, como un destino apetecible. La razón radica en la actividad que se desarrolla a lo largo de su costa, gracias al escaso control por parte de las autoridades.

 

En 1848, justo cuando Playa Bagadad apareció por primera vez en un mapa, la zona se empleó como puerto de salida del algodón estadounidense, durante la Guerra de Secesión. Sin embargo, poco después se convirtió en un punto estratégico para el contrabando.

 

Así, los traficantes la han empleado para trasbordar, de manera ilegal, plata, alcohol y, desde los años ’80, estupefacientes.

 

Cuando entró la cocaína y las cosas cambiaron, “todo lo empezó a controlar la maña”, comenta Marco Antonio Álvarez, un hombre de aspecto flacucho, piel curtida y barba canosa, que recibe 300 dólares al mes por vigilar dos lanchas de propietario desconocido y por monitorizar el río Bravo, un afluente que, en su tramo final, desemboca en el Golfo mexicano.

 

El sujeto, que pagó cárcel en Estado Unidos, tras ser detenido por tráfico de personas y de droga, admite que, aunque la playa es un área propicia para la entrada de indocumentados, esa práctica se ha reducido con el pasar del tiempo, por presión y amenazas de los cárteles que allí operan.

 

“No quieren que se caliente el punto”, dice Álvarez, quien completa su idea explicando que “si empieza a brincar gente, vas a ver patrullas de aquel lado”.

 

En su relato, el lugareño hace referencia a los vehículos de la Patrulla Fronteriza, una agencia que depende del Gobierno estadounidense y que tiene un puesto de control en la carretera que conduce desde Brownsville hasta Playa Bagdad.

 

A pesar de las afirmaciones del sujeto, expertos como Guadalupe Correa, miembro de la Universidad George Mason, indican que la playa se ha convertido en una verdadera tierra de nadie.

 

A juicio de la especialista, las bandas organizadas no sólo han dominado el territorio, sino que lo han divido en tramos, en los que se practican diferentes actividades ilícitas. Por eso, hay lugares dedicados al tráfico de personas, mientras que otros están destinados al trasiego de narcóticos. Incluso hay puntos tan corruptos que, en ellos, se vale todo y se pasa de todo.

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