Washington.- El principal asesor del presidente, Donald Trump, en materia de inmigración, Tom Bosser, ha explicado en la cadena ABC las claves del endurecimiento de la política de la Casa Blanca en la frontera anunciado la semana pasada. “Tenemos un bote que se hunde en nuestra frontera, y estamos en una discusión bizantina sobre cuánto agua hay en nuestro bote y cuán rápido la estamos achicando”, ha explicado Bosser. La solución en su opinión es perentoria: “Hay que poner un semáforo en rojo, dejad de venid, dejar de emprender el viaje”. Sobre todo, dirigido a los mexicanos, que son “el problema número uno”.
En su opinión, el asunto urge porque en marzo se ha producido un repunte del 200% en inmigrantes interceptados en la frontera. “Es alarmante”, ha dicho, “eso significa interceptar a 50.000 personas tratado de cruzar nuestra frontera en un solo mes”. Es doblemente alarmante, ha añadido, porque no se trata en su opinión de un alza debida a la llegada de la primavera, eso, ha explicado, ocurre habitualmente el mes que viene.
De 3 a 4 mil efectivos
Trump ha anunciado que enviará entre 2.000 y 4.000 efectivos de la Guardia Nacional a la frontera, y harán “lo que el Gobierno federal en este caso les autorice a hacer”, ha explicado. Pero el propósito de enviar a militares no es sólo reforzar a la Patrulla Fronteriza, como harán a corto plazo, ha dicho Bosser, sino llamar la atención sobre que ésta “está contratando a agentes”. “Necesitamos a más gente y están tratando de reclutarlos y formarlos”, ha añadido.
La Patrulla Fronteriza tenía 19.346 agentes el pasado 17 de marzo, según informa la cadena CNN, por debajo de la cifra que ordena el Congreso que debe haber, 21.370. La página web de esta agencia está repleta de anuncios de contratación, añade CNN, pero incluso sus responsables admiten las dificultades para reclutar.
Trump ha ordenado que en 45 días se ponga fin a la política de catch & release, es decir, de dejar en libertad a la espera de comparecer ante una corte a los inmigrantes capturados en la frontera. Ya lo ordenó al llegar a la Casa Blanca en enero de 2016, pero pocos meses después tuvo que aceptar que era imposible porque no hay centros de detención suficientes para mantener a todos los inmigrantes durante años (que es lo que tardan ahora en comparecer ante las cortes por el atasco pendiente).
Cambio fluído
“El problema de la detención requiere ahora mismo de un cambio fluido y de la suma de más camas, que es lo que estamos haciendo”, ha dicho Bosser. “Estamos destinando [a eso] todo el dinero que hemos sido autorizados [por el Congreso] a aplicar a ese problema. Vamos a detenerlos”, ha añadido.
“Los mexicanos son de lejos el problema de extranjeros número uno, pero hay otros países, que la gente no se confunda con que es un problema sólo de Suramérica y Centroamérica”, ha señalado Bosser. “Hay que poner un semáforo en rojo, dejad de venid, dejar de emprender el viaje”, ha añadido.
Para ello, Trump asistirá la semana que viene a la Cumbre de las Américas, ha indicado Bosser, porque no se trata sólo de arreglar el bote en la frontera, ha añadido, haciendo uso de su metáfora inicial, sino de aprovechar el crecimiento económico en los países de donde salen estos inmigrantes para “ayudarles a hacer frente a algunas de las condiciones que provocan que inicien la migración”.
