La Habana – Cuba.- Alicia Alonso, la bailarina de ballet más icónica de América Latina, falleció en su natal Cuba a los 98 años de edad.
La artista cubana tuvo uno de las carreras más importantes de la danza en la que combinó a golpe la más exquisita y rigurosa interpretación, el magisterio, la coreografía, y la dirección del Ballet Nacional de Cuba.
Hasta el último momento Alonso se mantuvo pendiente de los escenarios, a pesar de la ceguera que le afectó en gran parte de su carrera.
La autodenominada “prima ballerina assoluta”, hija de españoles, comenzó en la danza a muy temprana edad. Sus extraordinarias dotes la hicieron debutar en 1931 como dama de la corte en el “Gran Vals” del ballet “La bella durmiente”, del compositor ruso Piotr Chaikovski.
Alicia Ernestina de la Caridad Martínez del Hoyo, su nombre original, se trasladó a Estados Unidos a finales de la década de los 30 y continuó su formación en la School of American Theatre.
En el país norteamericano subió a diferentes escenarios con figuras de la época antes de integrar el American Ballet Theatre de Nueva York en 1940.
Su cotización subió como la espuma y las presentaciones en diferentes partes del mundo abundaron.
En 1943, Alicia Alonso debutó en el ballet Giselle, el personaje de la campesina ingenua, romántica y engañada, que se convirtió en el más emblemático de su extenso repertorio.
“Existo, vivo y muero por la danza”, expresó en una entrevista en 2015 la “prima ballerina assoluta”, una frase que resume su carrera y vida.
