martes, diciembre 9, 2025

Mónica Del Cid: El don de servir y la fuerza de no rendirse

Mónica Del Cid es de Guatemala con más de 23 años en Estados Unidos. Desde Charlotte, Carolina del Norte, nos comparte una historia marcada por el servicio, la superación y la fe.

En su país natal trabajó para el Ministerio de Salud, donde impartía charlas sobre la prevención del cáncer cervical, un diagnóstico con altos índices en Guatemala. Sin embargo, un día no le renovaron el contrato y, tras meses de búsqueda sin éxito, decidió mirar hacia nuevos horizontes.

Había estudiado un par de años en la universidad y tenía experiencia en ventas, servicios funerarios y seguros de vida, trabajos que le permitieron conocer a muchas personas y abrirse camino. Pero su verdadera vocación ayudar a los demás la acompañó desde niña. A los 14 años, cuando alguien en su barrio fallecía, Mónica recorría las calles pidiendo ayuda de puerta en puerta para apoyar a la familia afectada.

«Mi camino fue muy fuerte, pero Dios siempre me guardó», asegura al recordar su viaje hacia los Estados Unidos.

Al llegar a este país, comenzó trabajando en el área de limpieza. «Lloraba todas las noches y me preguntaba: ¿qué vine a hacer a este país?», recuerda. «Tuve que lavar baños, algo que nunca hice en mi casa. Pero eso me ayudó a entender a la gente que llega a este país».

Su actitud positiva pronto la hizo destacar. En las oficinas donde trabajaba, siempre pasaba con su carrito de limpieza saludando a todos con una sonrisa. En diciembre, era la que recibía más regalos y tarjetas.

De visita en su tierra

Con esfuerzo y constancia logró regularizar su estatus migratorio y en 2018 pudo regresar a Guatemala. Extraña a su gente, los abrazos, la comida y las frutas frescas de su tierra. «Mis hijos conocen Guatemala y les encantó. Me gusta caminar por los mercados populares y sentir el ambiente de mi país», cuenta con emoción.

Sus hijos, su mayor bendición.

Hoy Mónica continúa sirviendo. Colabora asesorando a familias en procesos de repatriación, gestionando fondos para hacer posible el regreso digno de quienes fallecen lejos de casa. También apoya a su esposo en la parte contable de su taller mecánico, y sigue participando activamente en su comunidad.

Mónica junto a su esposo

Una Asociación con propósito 

Hace 13 años fundó «La Casa del Guatemalteco en Nort Carolina», una asociación que comenzó como una iniciativa comunitaria y que fue registrada oficialmente hace cuatro años. Durante la pandemia, lideró gestiones para entregar alimentos y brindar apoyo a las familias más afectadas. Además, disfruta participar como voluntaria en eventos que promueven la cultura guatemalteca.

Cortesía

Su mensaje para otros migrantes es claro y lleno de esperanza:

«No se rindan. Si andan bien, respetando las normas y leyes, y se enfocan en hacer el bien, los sueños se cumplen. Digan no a las drogas y al alcohol. Establezcan metas claras, ahorren, inviertan, mantengan relaciones significativas y sobre todo, sean perseverantes y agradecidos».

Gracias, Mónica, por tu entrega, tu ejemplo y por representar con orgullo a Guatemala.

Hasta la próxima historia,

Adriana Henriquez

@migrantesenvuelo

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