Washington.- El empresario y el congresista buscan puentes para salvar el abismo de ideas entre ambos en una reunión clave para evitar una derrota en noviembre.
Son dos cabezas en un mismo partido y no pueden estar más lejos una de la otra. La reunión a puerta cerrada de este jueves en Washington entre Donald Trump y Paul Ryan es el primer paso en un largo camino para reconciliar a los republicanos.
En un escenario político tradicional el nominado republicano es quien se encarga de unir al partido, luego de las primarias.
Pero estos no son tiempos tradicionales y las heridas que dejó el magnate en su carrera por la nominación no son fáciles de cerrar.
Las críticas a los políticos de carrera como Ryan, a la élite en Washington, además de una serie de posiciones controversiales generaron un abismo ideológico notable entre estos dos hombres.
Esas diferencias llevaron a Ryan a decir que no estaba listo para respaldar a Trump, a pesar de que es el presunto nominado del partido.
“Creo que él necesita hacer más para unificar a este partido”, dijo Ryan justificando su decisión en una entrevista con CNN.
“Creo que los conservadores quieren saber si comparte nuestros valores y principios de un gobierno limitado, el rol apropiado del ejecutivo, la fidelidad a la Constitución. Hay muchas preguntas a las que los conservadores buscan una respuesta, incluido yo mismo”, comentó Ryan.
La decisión del congresista dejó a los conservadores en una posición incómoda. Ryan, como presidente de la Cámara de Representantes, es el encargado de dirigir la convención republicana que se celebrará en Cleveland en julio próximo.
Si no se logran cambios, Ryan estará presidiendo una nominación de la que no será parte.
El Partido Republicano nacional está en el medio del conflicto, en particular su presidente Reince Priebus debió tomar el bastón de moderador y ofrecer un terreno neutro para que Trump y Ryan conversen.
Diferencias importantes
Trump incomodó a muchos conservadores con las posturas controversiales que tomó durante su campaña. Muchas de ellas lo colocaron en un extremo opuesto a Ryan.
La idea de prohibir el ingreso de musulmanes al país, le valió la oposición inmediata del presidente de la Cámara de Representantes.
“Su propuesta no responde a los valores en que se basa este partido ni tampoco el país”, dijo Ryan.
Pero las diferencias no terminan aquí. Como un excandidato a vicepresidente y líder en el Comité de Medios y Arbitrios, Ryan es un hombre clave en las negociaciones de presupuesto con el Senado y la Casa Blanca.
Más aún, el congresista se ha posicionado como un gestor de cambios en esta área y un líder cuando se habla de la reforma tributaria.
Trump aseguró este año que apoyaría un aumento de impuestos para los más ricos, incluyéndose él mismo.
Ryan está en el otro lado del debate y sus esfuerzos se han concentrado en recortar los impuestos a todo nivel.
Por otra parte, inmigración también los ha dividido.
Fue uno de los temas centrales que dio impulso a la campaña de Trump, sobre todo luego de llamar a los inmigrantes mexicanos “inmigrantes” y “violadores”.
El magnate insistió en que construirá una muralla efectiva en la frontera y México pagará por ella. Además anunció que deportaría a los indocumentados y sólo dejaría regresar a un pequeño grupo.
Ryan nuevamente está al otro lado del debate. Antes de asumir su cargo actual el congresista estuvo en conversaciones con demócratas para impulsar una reforma migratoria que daría estatus legal a los indocumentados.
Al referirse directamente a las propuesta de Trump, Ryan aseguró en una entrevista con el programa “60 minutes” que lo primero era asegurar la frontera, pero que a su vez debe existir un camino al estatus legal. El congresista se ha opuesto de plano a una deportación masiva.
En temas ideológicos e incluso en el apoyo de figuras controversiales a la campaña, Ryan ha dejado claro lo que no quiere ver en el nominado y los dardos son para Trump.
Cuando el millonario recibió el respaldo de David Duke, exlíder de Ku Klux Klan, Ryan llamó a los candidatos republicanos en general a rechazar el apoyo de “cualquier grupo o causa fanática”.
“Este es el partido de Lincoln. Creemos que la gente fue creada igual ante los ojos de Dios y nuestro gobierno. Si alguien quiere ser nuestro nominado, debe entender eso”, declaró.
Trump por su parte negó conocer siquiera a Duke.
Dos partidos distintos
El principal trabajo de Ryan en las elecciones 2016 es mantener la mayoría en la Cámara de Representantes. Para eso debe proteger a los miembros en distritos vulnerables y liderar en los esfuerzos de recaudación de fondos para lograrlo.
La presencia de Trump en la boleta electoral es un factor de peso en las predicciones electorales y conservadores como Ryan están visiblemente preocupados.
Republicanos como Mike Bishop de Michigan, quien tiene una elección difícil en noviembre, ya están recibiendo fuego cruzado por tener a Trump como el nominado.
El congresista aseguró que respaldaría al candidato republicano, pero criticó la gestión del magnate en la campaña.
“Apoyar a Trump viene con un costo para Mike Bishop, que tendrá que responder por sus comentarios impredecibles, radicales y peligrosos”, aseguró la vocera del Comité Demócrata para Campañas del Congreso (DCCC) Sacha Haworth.
La labor de Ryan es justamente proteger a legisladores como Bishop, un trabajo complicado, cuando él mismo no ha decidido apoyar a Trump.
Ryan y Trump han intentado bajar las expectativas de la reunión, asegurando que Roma no se construyó en un día y que tomará más de una reunión limar las asperezas entre ambos. Es el inicio de un largo camino.