martes, diciembre 10, 2024

Pulso por el poder entre Gobierno de Guatemala y las maras

El secretario de Inteligencia Estratégica de Guatemala, Mario Duarte, un hombre sereno que prefiere huir de los tópicos del espionaje, reconoce que actualmente hay «un pulso» entre las pandillas y las autoridades, una lucha de poder en la que los vencedores serán los buenos.

«Hay una especie de pulso entre las bandas criminales o actores criminales (en) contra de las nuevas autoridades buscando, efectivamente, ver qué tipo de reacción, cuál va a ser su primera forma de actuar», manifiesta Duarte, y a la mente regresan las terroríficas imágenes de un atentado con bomba perpetrado el pasado marzo en un autobús que se saldó con 2 muertos y 17 heridos.

Este no es el primer ataque con explosivos detonado a través de dispositivos móviles, pues las pandillas ven en esta forma de atentar la mejor manera de «crear zozobra en la población», sobre todo por el «efecto psicológico» que producen en la ciudadanía.

Aunque durante los primeros meses del año la cifra de homicidios ha disminuido ligeramente, el número de «crímenes de alto impacto» perpetrados por las maras o pandillas ha aumentado con el fin de medir fuerzas con las autoridades, explica Duarte, ingeniero industrial experto en análisis de riesgos, durante una entrevista con Efe.

«Hay que entender también que el crimen de pandillas ya es algo trasnacional (…). Sabemos las acciones que tanto Honduras como El Salvador están tomando en contra de este flagelo y, simple y sencillamente, por presión natural estos actores van a buscar otros lugares donde haya acciones menos efectivas en contra de su actuar», detalla.

A pesar de que en Guatemala no hay una institución específica cuyo objetivo «per se» sea la lucha contra las pandillas, sí hay un «sistema actuando coordinadamente» y de manera interinstitucional para poder combatirlas y mitigar los efectos de una «posible migración», un extremo aún sin confirmar pero que se debe tener en cuenta.

La migración de pandilleros «es algo de lo que nos estamos protegiendo, queremos asegurarnos de que no se dé», apunta este hombre discreto, cuidadoso y analítico, atributos casi de un espía de película, aunque aboga una y otra vez por defender la inteligencia estratégica como una institución que analiza «información vital» de una índole diversa y variopinta.

Guatemala, un país que tiene «un buen sistema de inteligencia», sobre todo gracias al apoyo de países como España, México, Taiwán o Estados Unidos, está preparado para hacer frente a estos actos criminales, aunque Duarte reconoce que la utilización de la fuerza en contra de los mareros debe ser el «último recurso: lo primero debe ser la prevención».

No obstante, se muestra convencido de que la coordinación entre instituciones permitirá combatir a las pandillas y también al narcotráfico, otro problema que no entiende de fronteras y que ve en Guatemala, por su posición geográfica, un enclave idóneo para el tránsito de drogas hacia Estados Unidos.

«Obviamente, como lugar geoestratégico nos pone en el ojo del huracán de muchos poderes dentro de la estructura criminal del narcotráfico», como la trata de personas, el comercio de armas y todos los crímenes vinculados a estas tramas delictivas.

En una era como la actual, donde la información nunca ha sido tan abundante ni tan accesible, se requiere de un gran análisis para utilizarla de forma adecuada y así tomar las decisiones correctas, algo en lo que trabaja el Servicio de Inteligencia de Guatemala, que busca expertos en análisis con capacidades dinámicas, flexibles y técnicas.

Para ello, agrega el jefe del servicio secreto guatemalteco, se busca presentar una ley y un proyecto de la carrera de inteligencia, para que estos expertos tengan protección y se pueda levantar a la institución, que ha estado descuidada a lo largo de los años y que, por ello, enfrenta dificultades para «mantener la seguridad nacional».

Alejados de la imagen cinematográfica, con espías atractivos derrotando a los más viles villanos sin apenas despeinarse, el servicio de inteligencia de Guatemala afronta nuevos retos: democratizar la institución, dotarla de una capacidad acorde al siglo XXI y ponerla al servicio del pueblo tras ser analizada sin sesgo alguno y de forma totalmente objetiva, profesional y técnica.

«El espionaje, las persecuciones…. eso ya no es algo que verdaderamente nos interese. Ni queremos hacerlo ni buscamos hacerlo ni vamos a hacerlo», enfatiza.

Por ello, Duarte repite una frase que engloba esta visión sociológica, humana y actual: «La inteligencia estratégica se tiene que hacer en el terreno, no se puede hacer en las nubes ni detrás de un escritorio. Eso se hace yendo al campo, hablando con las personas».

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