Nuevo Mexico.- Cuando Alba Flores Quiñónez fue interceptada por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos hace tres años acababa de cruzar la frontera con México y estaba cerca de Falfurrias, Texas, una ciudad al norte de Brownsville.
La reseña elaborada por elnuevoherald.com, indica que la salvadoreña no había comido en dos días y sentía que se desmayaba, además de sufrir de múltiples dolencias que parecían empeorar. Después de que fue llevada a un centro de detención donde fue metida a una celda extremadamente fría, conocida como «hielera», Quiñónez tuvo un colapso y fue trasladada a un hospital.
Tres años después del incidente, Quiñonez, de 28 años, se encuentra libre y en proceso de asilo en la corte de inmigración después de que abogados de Americanos Pro Justicia Inmigrante y del bufete legal Kurzban, Kurzban, Weinger, Tetzeli y Pratt, P.A., ambos con sede en Miami, lograron ganar su caso.
Los abogados de Quiñónez dijeron que el caso, uno de los primeros contra las hieleras en llegar a los tribunales federales, debe obligar a las autoridades de inmigración a tratar mejor a los inmigrantes.
El caso de Quiñónez comenzó en febrero del 2013 cuando huyó de El Salvador y se dirigió a Texas. Fue detenida por la Patrulla Fronteriza cerca de Falfurrias y llevada a la hielera en un centro de detención.
Algunos abogados de inmigración así como y activistas que defienden los derechos de los inmigrantes acusan a las autoridades de inmigración de mantener deliberadamente el aire acondicionado a un nivel bajo en esas celdas para que los detenidos se sientan incómodos. Las autoridades de inmigración niegan esta acusación.
Cuando Quiñónez llegó al centro de detención se encontró con su primera sorpresa desagradable. El funcionario que la recibió le confiscó la mayor parte de los medicamentos que llevaba contra sus numerosas dolencias tales como hipertensión, problemas cardiacos, depresión, ansiedad y diabetes y los tiró a la basura.
Cuando Quiñónez se quejó, el funcionario le respondió: «esto no es un hospital», según documentos de la corte.
Un día después del incidente, Quiñónez perdió el conocimiento en su celda y tuvo que ser transportada a un hospital de la zona, según un comunicado de sus abogados.
Según el comunicado de los abogados, las hieleras, además de ser mantenidas a bajas temperaturas, se mantienen en condiciones deplorables.
Con el tiempo, los abogados que representan a inmigrantes detenidos lograron hablar con Quiñónez y tomaron su caso.
Demandaron al gobierno en una corte federal en Nueva York, donde vive Quiñónez, y ganaron.
«Americanos Pro Justicia Inmigrante obtuvo una compensación monetaria sustancial de $80,000 para la Sra. Quiñónez para compensarle los daños sufridos durante su estancia en custodia de CBP», según el comunicado.
La demanda también dio lugar a dos decisiones legales importantes.
Una fue el primer fallo de esa índole, donde un extranjero que esté en libertad y solicitando asilo puede presentar su caso ante los tribunales donde residen.
La otra fue la negación por parte del juez de una moción del gobierno de que el caso debía ser transferido a Texas.
De esta manera el juez rechazó el argumento del gobierno de que el caso debería haber sido juzgado donde Quiñónez había estado detenida y donde ocurrieron los hechos.