sábado, octubre 12, 2024

Latinos se benefician menos de Silicon Valley

Silicon Valley es una niña modelo del crecimiento económico luego de la Gran Recesión.

Pero la economía de la zona también tiene su lado oscuro. Y los latinos son los principales afectados.

La región sede de la industria tecnológica y gran número de startups digitales, donde viven unos tres millones de personas, tiene un desempleo bajísimo, ingresos individuales que impresionan —79,000 dólares por persona— y mucha menos población pobre que el resto de California y Estados Unidos.

Pero un informe que acaba de publicar un centro de estudios económicos de la región muestra que así como crece la economía, también aumenta la desigualdad.

“Hay peligros asociados con la prosperidad”, advierte Russell Hancock, presidente de Joint Venture Silicon Valley, en el documento.

Península tecnológica
Silicon Valley es desde los años 70 el nombre de fantasía que se usa para la región centrada en los condados californianos de San Mateo y Santa Clara.

Está en la Península de San Francisco, una lengua de tierra que separa al océano Pacífico de la Bahía de San Francisco a lo largo de unas 40 millas, desde San José en el extremo sur hasta el límite con San Francisco en el norte.

Allí operan muchas de las principales empresas tecno, desde Netflix en Los Gatos a Cisco en San José, Apple en Cupertino, Yahoo en Sunnyvale, Google en Mountain View, HP en Palo Alto y Facebook en Menlo Park.

Junto a ellas, cientos de emprendedores lanzan sus compañías todos los años.

Y allí también, sobre todo en la avenida Sand Hill de Palo Alto, están los principales fondos de inversión de riesgo que apuestan a esas startups, como Kleiner Perkins Caufield Byers, Andreessen Horowitz, Sequoia Capital o Greylock Partners.

La nueva locura
“El crecimiento económico, que ya era impresionante, nomás se sigue acelerando”, dice Hancock.

“Estamos sumando empleos a un ritmo que no se veía desde la breve locura de las puntocom en 2000 y con este crecimiento vienen tasas de desempleo extremadamente bajas e ingresos que crecen”.

Los sueldos promedio de Silicon Valley llegaron en 2015 a 110,000 dólares anuales, mientras que en el total de California alcanzaban poco más de la mitad, 60,000 dólares.

Además de que el desempleo es mínimo —3.6% contra un 4.8% nacional en noviembre—, la generación de trabajo se acelera y creció entre 2014 y 2015 a la tasa más alta en lo que va de este siglo: 4.3%.

Ya hay 11.5% más puestos de trabajo que antes de la recesión.

Y la pobreza en la zona es de 8%, contra el 16.5% de California y el 15.5% nacional.

El estudio usa los últimos datos disponibles, que son de 2014 y 2015.

La otra cara
El lado oscuro de la prosperidad aparece al analizar en detalle estas tendencias tan eufóricas.

El primero que salta a la vista: los cerca de 400,000 latinos de la región no comparten la prosperidad tanto como otros grupos demográficos.

Los habitantes blancos no hispanos ganan casi tres veces más que los latinos: éstos ganan en promedio 43,125 dólares al año menos que aquéllos.

Además, el estudio detectó que los empleos de clase media están desapareciendo lentamente. Hay cada vez más puestos de altos y bajos ingresos, pero la proporción de los trabajos de rango medio se achica.

Bajos en educación
La brecha es aun peor entre las personas que tienen educación superior y las que no.

Los que tienen un título universitario ganan en promedio 78,000 dólares más que aquéllos que no terminaron la preparatoria.

Justamente, los latinos son el grupo con peores niveles educativos. Sólo 15% tiene diploma universitario.

También son los que menos cumplen los requisitos de ingreso de las universidades estatales.

Éxodo del Valle
Hancock advierte que, con el crecimiento del empleo, los precios de las viviendas y el costo de vida suben más que en el resto de California y el país.

“Muchos residentes de Silicon Valley deciden irse a vivir a otra parte y son reemplazados rápidamente por recién llegados que vienen a satisfacer la creciente demanda de empleo”, dice.

“¿El tráfico, los altos costos de vivienda y el recambio poblacional son nada más que un precio que tenemos que pagar por nuestro éxito? ¿Qué pasará cuando cada vez menos de los empleados de servicios de la región, que permiten que esta economía creciente funcione, puedan permitirse vivir cerca del trabajo?”.

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